Nací con un Síndrome parcial de insensibilidad a los andrógenos. Esto ha marcado mi vida, no tanto por el síndrome sino por el comportamiento social devenido.
Nací en 1960. El ginecólogo, al observar mis genitales ambiguos (el rafe unía el ano con la uretra, no había otros elementos externos, salvo un proyecto de ¿prepucio- clítoris?), dijo, “es un niño, pero para hacerle la vida más fácil, lo inscribimos como niña”.
Fui presentada en sociedad como Mª Luisa y educada como tal. El que yo fuera una chicazo sólo me reportaba continuas reprimendas y castigos. Yo misma me reprochaba y afeaba mi manera de ser tan “anormal”, ¿por poco común?.
En 1974- tengo 14 años- mi madre me dice que soy HERMAFRODITA- termino inexacto porque sólo se puede aplicar a plantas y animales que son capaces de completar su ciclo reproductivo por ellos mismos- lo correcto es decir persona con una condición intersexual. Mi cabeza explota, ¿qué?. Por fin tengo algunas explicaciones a lo que siento, lo que expreso y a lo que no me atrevo a expresar.
A los 16 años acepto que me hagan un estudio médico y me dicen que mi genotipo es XXY. Como el ginecólogo quiere ver lo que hay dentro de mi abdomen, me somete a una laparoscopia y sin pedir permiso a nadie, me castra al extirparme las gónadas- seguramente testículos atrofiados-. La excusa, “que posiblemente acabarían siendo cancerígenos”.
Me quitó la fuerza. La física y sobre todo la FUERZA DE VIDA.
Decido seguir reprimiendo lo que siento, lo que soy, intentando seguir los patrones de comportamiento femenino. En 1978 entro en quirófano para que me hagan una vaginoplastia. Las cosas se complican. Después de tres años y cuatro operaciones la tengo. Ya está todo solucionado, SOY UNA MUJER PLENA LLENA. Todo el mundo contento, hasta yo me lo creo.
A principios de este siglo se me hace un estudio genético, conclusión, genotipo XY- hombre normal. Otra vez mi cabeza explota, ¿hombre? Sin pene , sin testículos ni escroto, sin vello corporal, ni facial, ni axilar, sin nuez, sin voz grave, con mínimos niveles de testosterona y teniendo que usar una talla 100 de sujetador…
Pero no, por dentro lo que no me permito expresar sigue. Busco ayuda y la encuentro. Elijo un nuevo nombre, neutro, para mí, ANANDA -Felicidad infinita-. Encuentro una etiqueta, que aunque no me llena me define al 80%. Soy une persona humana no binarie de sexo fluido.
Desde que empezaron a crecerme las mamas -ginecomastia- me las he querido quitar. Ahora ya no. Si pudiera volver atrás aceptaría que nací perfecta para ser yo. Ahora no me permitiría volver a agredirme con ninguna intervención “normalizadora”. He acabado entendiendo que lo hacía para ser aceptada. A día de hoy nadie merece más mi respeto que yo misme.
ANANDA MOLINA ( 60 años)